Eduardo Galeano y la utopía
Hace más o menos un año, Eduardo Galeano pisó suelo catalán para recibir el Premio Manuel Vázquez Montalbán en la categoría de periodismo deportivo. Me alegré por ello, ya que considero que se lo merece por su trayectoria y su demostrada ética. Galeano me recuerda a “los verdes” a los que nunca voto, pero me encanta que ocupen su papel correspondiente dentro de la política.
Galeano es un fan del futbol, y su tipo de literatura basado en la anécdota y en la parábola (aquí me ha salido otro símil futbolístico) se presta a ello. No he leído su libro El fútbol a sol y sombra pero me imagino que como todos sus libros debe estar lleno de pequeñas historias llenas de belleza (le he regalado varios de sus libros a mi madre en Navidad y el recurso siempre funciona porque luego siempre me dice que lo ha disfrutado mucho). Me hizo gracia cuando vino a Barcelona, y declaró que el único mesianismo que valía la pena, era el de Lionel Messi.
A la pregunta del periodista Jaume Barberà en su programa Singulars de: ¿Para qué sirve la utopía? Galeano respondió:
"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar."
Eduardo Galeano.
Me he enterado que hace unos días que Eduardo Galeano está en un Hospital de Montevideo algo delicado, y mientras parece que le hacen unas pruebas, ha cancelado todos los próximos compromisos que tenía apalabrados. Sea lo que sea, espero que se recupere pronto.
En el programa Singulars del que antes hablaba, Galeano recitó el siguiente poema
Eduardo Galeano - Utopia
Que tal si deliramos por un ratito; que tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible.
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;
en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;
la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;
el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;
se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;
en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir,
los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;
los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;
los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;
la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie, nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;
la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;
nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;
los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;
los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;
la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;
y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;
la justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;
en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;
la Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;
serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar.
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo;
Seremos imperfectos, porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.
Había un acompañamiento musical al post, pero mejor corto aquí, y coloco lo que seguía en un par de días, que si no luego me acusan de hacer unas entradas interminables...
Etiquetas: Literatura, Poesía